El artículo creo que refleja muy bien el espíritu que aníma nuestra práctica diaria del Karate y nos puede servir para ir mejorando día a día y aunque puede ser un poco largo merece la pena leerlo.
Por otro lado, mis carencias como traductor de inglés son muchas, disculpad los errores que pueda haber y comunicadmelos para que pueda arreglarlos.
Aquí podeis verlo en pdf
Espero que os guste:
Get moving!
Article for Shotokan Karate Magazine January 2005 by Jonathan de’ Claire - KDS 4th Dan
Fue tras un largo periodo de transitoriedad que ocupó la década de los ochenta y los primeros años de los noventa, cuando algo surgió en mí. Durante este período viajé mucho y conocí la forma de practicar el Karate en muchos lugares y a muchos niveles. Pero independientemente de dónde yo practicara era evidente que existía una marcada diferencia en un área particular. Era sobre algo que yo había dado por sentado, algo de lo que incluso yo me había quejado, debido al énfasis excesivo que se le daba en el grupo al que pertenecía en el Reino Unido. Sin embargo, ¡fue como resultado de lo que experimenté durante este periodo de viajes, que me di cuenta de su verdadero valor! Ciertamente ahora no lo desprecio a la ligera, porque es la piedra angular de mi práctica. Su valor no puede ser subestimado y sin embargo, como entonces pude comprobar, la mayoría de los grupos de Karate lo colocan en una posición muy baja en su lista de prioridades. En mi humilde opinión, ¡es una gran error!
Habiendo comenzado a practicar Karate en 1976, Entrenaba en un local 2-3 veces a la semana. Como cualquier joven, rara vez asistí a cursillos de fin de semana. Eran más divertidos los partidos de rugby. Como resultado avanzaba lentamente. Lo de los viajes también afectaba, desde que empecé hasta 1990 pude entrenar probablemente sólo durante la mitad de ese periodo, pasaba 3 años aquí y dos años allí, y así sucesivamente. El Karate no ocupaba un puesto destacado en mi agenda, pero siempre estuvo en ella. Después, desde 1990 he tenido la suerte de que lo que había sentido como una intuición estaba a mi alcance, no creo que desde entonces haya perdido más de una semana de entrenamiento, salvo durante mi luna de miel, a mi regreso, corrí directamente del aeropuerto hasta la escuela de verano en Canterbury, en dirección contraria a la que tomó mi mujer (¡Gracias a Dios que mi mujer es comprensiva!).
Fue durante un período de entrenamiento cerca de 6 meses en un dojo JKA en Santa Mónica, cuando por primera vez realmente caí en la cuenta. El club de Santa Mónica en Los Ángeles, era un dojo vibrante y lleno de energía. La instrucción era de un nivel muy alto y a esto se unía que el instructor guiaba a sus alumnos por el camino de la excelencia personal. Tenía grandes expectativas en su grupo y su gran sentido del humor se unía a su atractivo y a su capacidad de entrenamiento. Tuve suerte de haberles encontrado. El entrenamiento fue duro, pero agradable. Me quedé muy impresionado por el nivel técnico de su clase, daban ganas de trabajar duro para emular sus técnicas rápidas y sólidas. Pero cuando llegamos al kumite algo ocurrió. Con el tiempo, esta impresión se afianzó. Aun con mi limitada experiencia y capacidad técnica, independientemente de con quien trabajara, yo era en general, capaz de frustrar a mis atacantes usando mi capacidad de controlar la distancia entre nosotros por el movimiento. Mi movilidad no permitía que mi pareja tuviera una oportunidad clara para asentar un golpe limpiamente. En la medida que me centrara en este aspecto, quedaba indemne. Sin embargo, a veces mi inexperiencia me llevó a verme envuelto, de cuando en cuando, en enfrentamientos a corta distancia, y ¡en esos momentos el mejor hombre (o mujer) era el que triunfaba! Pero durante ese tiempo, me di cuenta de que la mayoría de mis compañeros pronto se sintieron nerviosos al ver que sus esfuerzos eran inútiles para obtener un ataque exitoso y comenzaban a ser más cautos al lanzar sus ataques al vacío, convirtiéndose éstos en menor medida, en un esfuerzo de vida o muerte para hacer un contacto sólido. Pero haciendo esto,¡ ponían en peligro su propia posición! En aquellos momentos mi capacidad no me permitía sacar provecho de estos hechos de forma adecuada. Lo veía, pero mi cuerpo no podía reaccionar de manera natural. ¡Mi conciencia me estaba retrasando! Había sido algunos años antes cuando este problema en particular había sido tratado.
Tuve experiencias similares en clubes JKA y Kyoshin en Sydney, Australia y otra vez en varios clubes de Asia. Por supuesto, no podía igualar a los practicantes senior en la precisión de la técnica o la velocidad de las extremidades, pero me extrañó que experimentados karatecas encontraran dificultades para conseguir un ataque sólido sin renunciar a su muy considerada forma y postura en un esfuerzo por conseguir contactarme. Lo que más me llamó la atención fue que pocos reaccionaron a los cambios sutiles de la distancia que yo hacía para obtener una oportunidad de atacarme. En su lugar permanecían a la espera de mis ataques para bloquearlos e intentar contraatacar. Naturalmente, hubo excepciones. Pero en general, la falta de atención a controlar la distancia a través del movimiento parecía ser la norma.
En realidad no fue hasta mi regreso al Reino Unido, donde, ahora sí, comencé a entrenar con constancia y seriedad, bajo la tutela de Mitsusuke Harada Sensei y su grupo de trabajo, que me di cuenta de qué era lo que me daba la confianza necesaria para enfrentarme a la mayoría de los oponentes fuese cual fuese su nivel sin dejarme intimidar. ¡No podía dominar los encuentros por aquel entonces, pero mi control sobre la distancia aseguraba que mis oponentes tampoco pudieran hacerlo!
Harada Sensei me explicó que esa era también la experiencia que él había tenido , como resultado de sus propios viajes, con practicantes de otros estilos y otras artes marciales lo que le llevó a centrarse en el movimiento en relación a la distancia como medio de controlar a un oponente. Harada Sensei ha investigado y desarrollado un método que permite a sus estudiantes a discernir el más pequeño de los cambios en la actitud de los atacantes. Entonces, si el cuerpo se mantiene relajado es posible una reacción a una acción de los atacantes en el momento oportuno interceptando en el punto crucial el ataque o escapar de él, mientras que todavía mantiene un control estrecho sobre el mismo. Como resultado, el golpe no es efectivo, ya que es interceptado antes de su conclusión. O bien, si el escape es la opción tomada, la sobreextensión producida pone en peligro la posición y el poder del ataque elegido. Esto, por supuesto, da la oportunidad a la defensa de aprovechar al máximo el desequilibrio del cuerpo ante ellos. Pero incluso la palabra “reacción” implica que hay que ver que algo ocurre para actuar en consecuencia. Harada Sensei quería algo más, hacer sin necesitar pensar. !Quería que fuese un reflejo instintivo!...
Fue durante los años setenta y ochenta cuando el KDS realizó sus desarrollos sobre el control de la distancia. En ese momento el mayor énfasis se ponía en mantener una actitud relajada, sin importar el nivel o potencia del ataque. La esquiva suave era la clave, ¡evitando la tensión momentánea del cuerpo que normalmente se produce cuando un golpe se lanza hacia ti! Esto continuó durante años - ¡muévase, muévase, esquive, esquive, relájese, más relajado! Estas las palabras que Harada Sensei repetía una y otra vez. Su intención era formar a nuestros cuerpos para reaccionar intuitivamente ante un oponente. ¡Si tiene que pensar y luego actuar, ya es demasiado tarde! Harada Sensei quería que percibiéramos el más mínimo cambio en el cuerpo de los atacantes, para ante la más mínima indicación respondiésemos de forma automática, el cuerpo debía reaccionar de manera natural ante los estímulos. Nos fuimos entrenando para utilizar nuestros sentidos de manera que pudiésemos sintonizarnos con el flujo y reflujo del movimiento de los demás y con la condición cambiante del cuerpo...
Fue tras este período cuando me marché a mis viajes, había entrenado únicamente durante la primera fase del trabajo de Harada Sensei que tenía un objetivo a más largo plazo. Como ya he comentado, en ese momento se había centrado en la esquiva. Para Sensei era necesario dominar esto antes de poder continuar. Pero en última instancia, este mismo enfoque puede ser utilizado en el ataque o en el bloqueo temprano de un ataque. Pero, por aquel entonces, aún no estábamos listos para esto, ¡lo que resultaba muy frustrante! Veamos, si estamos seguros de que un ataque, no importa cual no va a conseguir alcanzarnos y por lo tanto no vamos a sufrir daño y controlamos a nuestro oponente a través del control de nosotros mismos, podemos hacer que nuestro cuerpo esté tranquilo y relajado, mientras centramos nuestra mente. Este era el objetivo de Sensei, el control del propio cuerpo. Una vez logrado esto, la siguiente etapa consistiría en usar esa percepción intuitiva tanto en el ataque como en la defensa. Ambos son esencialmente lo mismo, si el efecto buscado es incapacitar al oponente para que pueda atacarnos. En cualquier caso, yo me estaba enfrentando con los practicantes de otros estilos de Karate que encontraba durante mis viajes habiendo realizado solo la mitad de la formación prevista. Mi esquiva era buena, pero alcanzar al otro con velocidad y confianza era otra cosa. Como resultado el más fuerte era el que terminaba ganando. Poder contra poder, mi capacidad para atacar en el momento apropiado era claramente deficiente en comparación con mi capacidad para la esquiva. Mi cuerpo no estaba preparado para actuar intuitivamente, de forma tranquila y y relajada frente a un ataque. ¡Todavía no!
La habilidad para bloquear un ataque en su inicio y realizar una intervención adecuada (evitando caer en una trampa), la he alcanzado, en cierta mediad, en los últimos años. Por supuesto, no he alcanzado la meta. Esto es sólo el comienzo. Hay días en que cuesta mucho y otros en los que sale de forma natural. Hay días en que me encuentro cómodo y otros en los que no me encuentro tanto. Lo importante es que sé lo que estoy tratando de lograr y que tengo una idea bastante clara de como lograrlo. También puedo ayudar a otros en su propio desarrollo. Es una lucha, una batalla constante con el propio cuerpo. Una batalla en la que no debemos pensar en lo que necesitamos hacer, si no en entrenar nuestro cuerpo para hacerlo. ¡Esto es una paradoja! Al principio hay que pensar en lo que tenemos que hacer, qué piezas del rompecabezas hay que colocar primero y ser conscientes de cuál es el trabajo que cada paso nos exige. Luego, cuando convertimos estas reacciones en algo natural y automático, poco a poco, con el tiempo, el rompecabezas va encajando. A menudo, el hecho mismo de tratar de combinar acciones intuitivas, que funcionan perfectamente bien de forma individual, puede costarnos meses e incluso años. Pero es un proceso necesario para el aprendizaje, no podemos forzarlo, sólo el tiempo y la práctica constante nos conducirá al éxito. Con la ayuda de Harada Sensei y su equipo, la nueva generación de karatecas está teniendo éxito en su búsqueda de la reacción natural del cuerpo al ataque del otro, sintonizando con los cambios que se producen en el cuerpo de los oponentes, controlando y abortando los ataques a través del movimiento.
Pero, ¿qué tipo de movimiento es necesario para ser capaz de controlar la distancia? Ciertamente, si estás imaginando un continuo movimiento en Zenkutsu-dachi, tanto hacia delante como hacia atrás, verás que es laborioso y totalmente antinatural. No permite que el movimiento fluya armoniosamente y en sintonía con el otro, y ciertamente no permite la adaptación a los cambios, lo cual es crucial. De hecho, promueve una especie de sensación de espasmo robótico a cada paso, no es una postura para la movilidad después de todo! Para que el movimiento fluya libre sin impedimentos hacia adelante o hacia atrás, el centro de gravedad del cuerpo debe ocupar una posición central y la distribución del peso debe ser por igual en cada pierna. El cuerpo cómodamente asentado, colocado en posición central entre las piernas, a pesar de los cambios de dirección. El centro de gravedad puede ahora bajarse, los músculos que trabajando, pero no tensos y rígidos, y el resto de las articulaciones deben permanecer móviles. La respiración debe ser constante y no forzada. Sólo una postura permite este tipo de movimiento (que no sea caminar en posición vertical) y es Fudo-dachi. Esta postura permite que ambas rodillas se inclinen y, por tanto se desbloqueen. Fudo-dachi es una postura con las rodillas flexionadas y el peso repartido al 50% en ambas piernas y se adapta bien al movimiento. Con el entrenamiento correcto podemos lograrlo sin poner en peligro su estructura y su estabilidad.
Originalmente, Harada Sensei nos proponía ejercicios de movimiento en una postura natural. La idea era seguir a su pareja, en cualquier dirección que eligiera para moverse, hacia adelante o hacia atrás. Los cambios de dirección correspondían a la persona con la “INICIATIVA” como él la llamaba. Yendo y viniendo a través de la sala (y como parecía que le gustaba, durante horas) con ampollas en los pies por el roce constante con el suelo. Tan pronto como el movimiento se hizo más suave, la distribución del peso estaba equilibrada, la aparición de ampollas cesó. A continuación, llegaron los cambios de velocidad para reaccionar, con la finalidad de acostumbrar al cuerpo a una explosión repentina de la velocidad como una experiencia de un ataque de cualquier tipo. Después de un tiempo casi todos podían reaccionar adecuadamente. Pero no todos, algunos no llegaban a comprender el concepto que Harada Sensei estaba tratando de transmitirles. Entonces Sensei introdujo ataques simultáneos durante el ejercicio de movimiento. ¡En cualquier momento, en cualquier lugar entre 3 y 5 oizuki volaban hacia tí!
Ahora bien, moverse hacia atrás a velocidad de vértigo es una cosa, y ser capaz de hacer una pausa y que tu postura sea estable en el momento oportuno es otra distinta por completo. Así que junto al movimiento de acompañamiento, las prácticas de estabilidad también eran necesarias y era necesario una manera de unirlas. Fue una tarea difícil y tomó años de diligente investigación, hasta que Harada Sensei encontró el método de trabajo que le permitió a él y a sus alumnos avanzar un paso más hacia su meta.
Para ayudar a que sus estudiantes comprendieran el movimiento Harada sensei cambió el enfoque de todos los aspectos del karate. El Kihon ya no se iniciaba a partir de un estímulo verbal. En su lugar era el movimiento el que dada la salida para el ejercicio. El Kata se haría únicamente en grupos de alumnos que ejecutarían los movimientos unos frente a otros de manera que uno sería el reflejo en un espejo del movimiento del otro, lo importante la sintonía y la velocidad. Sería un movimiento sincronizado, empezando y terminando de forma armónica unos y otros. La velocidad del Kata podía cambiar, pero la sincronización no. Cada uno se adaptaría a la nueva velocidad, pero el ritmo seguiría siendo el mismo.
Esta atención a los estímulos, inevitablemente, se transfirió al kumite. Ya se trate de Jiyu Ippon, Sanbon kumite o gohon, el movimiento del atacante tenía que ser el estímulo. Esto agudiza los sentidos y aumenta la capacidad de los karatecas para reaccionar con rapidez y sin problemas a la más pequeña de las indicaciones. Por supuesto, esto no estuvo exento de dificultades. Algunos, no importa lo que se tratara, casi siempre reaccionaban con los hombros como un primer curso, elevando su centro de gravedad y enlenteciendo su esquiva. Como resultado, regresaban a su antiguo “vicio”, el mostrar fuerza - ¡lejos del ideal que Sensei busca! Algunos abandonaron, otros perseveraron y comenzaron a tener éxito allí donde antes habían fracasado. La movilidad, por tanto, se convirtió en la más crucial de las armas en cualquier encuentro y un factor determinante alcanzar con éxito nuestro objetivo.
Sin embargo, ¡Harada Sensei hace hincapié en que esperar a ver el movimiento antes de reaccionar es un gran error! "Si esperas, ya es demasiado tarde, has perdido", fueron y son sus palabras. Hace hincapié en que el control a través del movimiento es lo que él hace en última instancia, después de todo. Algo en lo que él es un maestro. En repetidas ocasiones sería atacado por la espalda en una esquina, reaccionando antes a la más sutil de las indicaciones un ataque completo se puede iniciar. Sus movimientos, a veces demasiado sutiles para apreciarlos, otras veces despiadados en su velocidad e potencia. Sea cual sea su enfoque, el resultado siempre es el mismo, el ataque no puede descargarse y las más de las veces ¡ni siquiera puede iniciarse! La explicación de Harada Sensei es sencilla en estos casos, "nunca dar una oportunidad al ataque", subraya. ¡Al menos, no cuando atacante desee hacerlo! Sensei por un instante se ofrece como blanco para luego retomar distancia. Su movimiento le permite hacerlo. Siempre cambiando y adaptándose al atacante que tiene frente a él, en repetidas ocasiones su movimiento intuitivo que abren y cierra la distancia anula los posibles ataques en el mismo momento de iniciarse. Para ello Sensei se centra en sus oponentes percibiendo los cambios de su patrón respiratorio, el endurecimiento de los músculos en áreas específicas tales como los hombros y el cambio de expresión facial al inicio de un ataque por nombrar sólo unas pocas muestras de lo que él busca. Cuando estás dando lo mejor de tí para tratar de golpear evitando su bloqueo, escuchas "¡Ah, gracias, gracias!", y te encuentras con que él se adelanta y toma tu nariz entre el pulgar y el dedo índice y se ríe satisfecho. Si alguien como Harada Sensei, que puede lograr esto en varias ocasiones contra el karatecas muy preparados haciéndolo una y otra vez, se debe a algo un poco especial y una de esas cosas es su capacidad para controlar a su oponente mediante el movimiento. En cuanto se presenta la oportunidad, se lanza a la velocidad de la luz sin que en su cuerpo se produzca ningún cambio que lo indique. "En la defensa o en el ataque, el cuerpo sigue siendo el mismo", subraya.
La clave de los repetidos éxitos de Harada está en su juego de piernas. Mediante el uso de leves cambios de posición del pie mantiene su postura con la estructura óptima para el mejor uso de su musculatura. Permitir que sus piernas estén siempre preparadas para impulsar el movimiento cuando él lo desee. ¡Nunca obtiene su ventaja de la parte superior del cuerpo! De esta manera Sensei mantiene su equilibrio y puede reaccionar sin comprometer su integridad en el proceso.
Puede ser que el énfasis que el Karate ha puesto en la competición ha provocado una falta de estudios reales sobre trabajo de las piernas, la distancia y el movimiento. Desde mi punto de vista, no me parece que rebotar sobre el terreno y los lanzamientos de ataques rápidos o los extrañas maniobras aprendidas de juegos de piernas como un estudio del movimiento. Siempre me ha llamado la atención que, cada vez que un oponente está en el aire ¡su capacidad de reacción a cualquier cosa se ve muy limitada sin contacto con tierra firme! Como Harada Sensei dice: "Nunca pierdas el control sobre tus pies". ¡Siempre adaptándote, siempre listo – en la defensa o el ataque! Yo, personalmente, he visto pocas evidencias en las competiciones Shotokan o en la práctica de cualquier club de prestar atención a este consejo. Patadas al aire, distancias mal calculadas y enfrentamientos de poderosas técnicas con poco o ningún control sobre el equilibrio corporal, los desplazamientos y los puntos de contacto son la prueba de ello. ¡Las técnicas limpiamente ejecutadas en las combinaciones de kihon es una cosa, y como las trasladamos al combate es otra muy diferente! Cuando incluimos a otra persona en la ecuación , esta variación puede crear una considerable distorsión en el trabajo a realizar si él o ella hace lo que tiene que hacer, cuando tiene que hacerlo. No digo esto porque no respete el karate Shotokan, ni mucho menos. Shotokan es lo que practico. Y cuando estoy lejos de la KDS, lo que busco para poder entrenar es un club Shotokan, como ya he indicado anteriormente. Pero pienso que podría ser mucho mejor, y los más antiguos, los más experimentados, practicantes con los que me he cruzado parecen coincidir conmigo en que la competición puede ser un factor de deterioro y de desviación de nuestro potencial de desarrollo. Después de todo, es un área de desarrollo para los jóvenes. Pero una vez alcanzados los treinta años más o menos, esta carrera ha terminado. ¿Qué queda entonces? Si ya se ha alcanzado la cumbre de su desarrollo físico y en ese momento comienza el declive, algo aparece como drásticamente mal a mis ojos y muchos otros con los que he hablado de esto también lo creen.
Otra cosa, que creo que es importante tener en cuenta, que también se me ocurrió, mientras entrenaba en una gran variedad de lugares. Personalmente, mi entrenamiento no tenía un objetivo claro y determinado a largo plazo. La idea general y la línea de desarrollo que ofrece Harada Sensei la había perdido temporalmente, mientras que yo viajaba. Sin esto, yo entrenaba unas veces esto otra aquello, mejoraba aspectos concretos, ¡pero la dirección y el objetivo principal que orientara mi entrenamiento había desaparecido!. Se me ocurrió, que con la tendencia de hoy en día en el Karate y particularmente en Shotokan, fuera de este seminario y otras organizaciones donde sus instructores trabajan en otras áreas de práctica (y así sucesivamente), que tal vez los objetivos a largo plazo de muchos grupos están un poco perdidos en el batiburrillo. Claro que podemos apreciar en el corto plazo que estamos mejorando, pero ¿qué pasa con el entorno global? El planeamiento a largo plazo que se requiere para el desarrollo de un grupo es desgarrado con demasiadas influencias tirando hacia un lado o hacia otro. ¿Podría esta actitud en el desarrollo personal ir en detrimento del futuro de algunos grupos Shotokan?
El grupo de Harada Sensei, el KDS, sin el estorbo de las competiciones a la investigación y al desarrollo en curso, ha desarrollado la capacidad de utilizar el movimiento y la habilidad de ser móviles en todo momento, como un poder de control en un enfrentamiento. Sensei espera y exige que sus cinturones negros mejoren con la edad, con su liderazgo a la cabeza. Las exigencias en la práctica aumentan con el tiempo. Como Harada Sensei dice "Karate debe mejorar cada año". El uso eficiente del cuerpo, la comprensión del movimiento y la capacidad de percibir y atacar hace que esto sea posible. Pero esto ha sido posible, porque estos puntos clave y su énfasis en la movilidad han sido estudiados desde el momento mismo de comenzar el largo camino de un artista marcial. El primer día es el momento ideal para empezar, pero nunca es demasiado tarde para hacer cambios en su modo de practicar para mejorar. Entonces, ¿qué tal la próxima vez que entremos en el dojo? Créeme, podría revolucionar tu enfoque sobre Karate. ¡Así que empieza a moverte!